Me sorprendió al saludarme en la calle, era mi
gran amigo de la infancia. Habíamos recorrido juntos las primeras aventuras,
los primeros años escolares y los primeros amores. Éramos inseparables e
incondicionales. Ahora hacía veintidós años que no nos veíamos. Y mientras
conversábamos, yo luchaba ferozmente por recordar su nombre.
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