Víctor tenía todo preparado. Una mesa con
velas, comida a punto, champagne en el freezer. Había elegido la música
estratégicamente. Primero, algo de los ‘80s, luego, The Beatles, y lentos
clásicos para después de cenar. Ensayando su declaración de amor, se quedó
dormido. Lo despertó el sol de la mañana.
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