SIN PARAR
Llevo seis horas manejando sin parar y aún me
tiemblan las manos. Pero todavía no estoy lo suficientemente lejos. Creo que el
miedo ni me dejó cerrar los ojos desde que salí. Temo hacerlo y ver su rostro,
su bello vestido blanco acercándose, y a todos mirándome huir del altar.
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