CEREMONIAL
El ceremonial indicaba que la princesa debía
saludar a cada invitado presente, uno por uno. Ellos no debían mirarla a los
ojos, apenas podían tomar suavemente su mano enguantada, reverenciándola en
silencio. Al anochecer, sola en su habitación, ella sólo recordaba la cara de
quien se había atrevido a sonreírle.
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