Lloró. Sus lágrimas brotaron expedidas con
vehemencia, e inundaron sus mejillas al ritmo de un sollozo desconsolado.
Lentamente cayó arrodillada y el llanto se hizo mudo, cruel, inhumano. Entonces
la luz se apagó y los aplausos llenaron la sala, y ella se incorporó sonriendo
feliz, como cada final de función.
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